“Esta lluvia nueva viene a buscar solitarios gritos sin soledad
y se adentra por mis venas como una canción serena...”
Volvimos a Santiago del Estero, a cumplir las promesas y los compromisos asumidos, y a renovarlos. Nos recibió la lluvia, bendita para estas tierras. Y si bien nos generó inconvenientes en principio, para llegar, sabíamos que era un regalo que el cielo nos hacía y les hacía. Así que nuestra llegada al colegio se retrasó, pero estábamos felices de saber que los estaba regando una lluvia tan necesaria y tan esperada.
Aprovechando cada minuto en Santiago, nos reunimos con un nuevo director para charlar con él, conocerlo y ver si, juntos, podemos comenzar a trabajar con esta nueva escuela en un futuro no muy lejano.
Luego terminamos de armar las bolsas con los útiles para los chicos y nos dispusimos a esperar que el tiempo nos de la posibilidad de llegar a ellos, y así fue. Ansiosos por estar en el colegio salimos de la ciudad con la cabeza puesta en la llegada, en los abrazos que nos esperaban y en nuestras ganas de compartir otro día mas entre nuestros ahijados.
Nos recibió la comunidad entera reunida en una escuela distinta, en una escuela que avanza en sus obras, lenta pero con paso firme y seguro, con la certeza de que pronto va a llegar a buen puerto, a un puerto nuevo y a una realidad nueva, que ya se asoma por el horizonte santiagueño con los chicos y chicas que arrancaron este año su secundaria con la posibilidad de seguir estudiando, de seguir formándose y superándose, de construir su futuro con otras herramientas, con ganas de mas. Esto nos da mucha felicidad, y además, nos da la certeza de que vamos por el camino correcto, acompañándolos y apoyándolos.
Compartimos un día de juegos y charlas con los chicos y sus papás. Reunidos otra vez alrededor de una mesa enorme colmada de bienvenidas que esperaba por nosotros…
Repartimos útiles nuevos para cada uno. La primaria en este momento cuenta con 23 alumnos, dos nuevos este año, y la secundaria 8 alumnos entre los que contamos con una mamá de la comunidad.
Entrada la tarde regresamos a la ciudad con la promesa de regresar al día siguiente a compartir un día de clases con ellos, y así fue.
Al otro día llegamos bien temprano, cuando los primeros rayos de sol comenzaban a iluminar el mástil que aguardaba por el izamiento de la bandera, y los chicos que esperaban por nosotros, con sus guardapolvos blancos en el patio de la escuela.
Hubo formación y cantos a la bandera, un ´Aurora´ que sonó más solemne aún en me dio del campo. Flameaban las banderas, nacional y provincial, sobre nuestras cabezas y entramos todos a clase. Lunes, matemática, y para los más grandes, a partir de las 10.30 educación física. Todos en silencio, copiaban sus tareas del día, mientras fuera del aula las cocineras preparaban, con amor de mamá, un desayuno calentito para todos.
El recreo este día, fue más largo que lo habitual, y aprovechamos para repartirles golosinas. Jugamos en el patio como en nuestros tiempos de colegio.
Luego del recreo hubo lectura de cuentos que ellos mismos eligen de la biblioteca que armamos entre todos, nosotros y ustedes, que nos acercaron libros durante todo este tiempo. Y empezamos a armar una despedida lenta cuando las clases iban llegando a su fin por ese día. Mientras fuera del aula las mamás preparaban el almuerzo para los chicos, ellos nos regalaban dibujos y cartas para todos, los que estábamos y los que no pudieron estar. Somos mensajeros del cariño que nos envían para todos cada vez que vamos, y a través de estas palabras queremos hacérselos llegar a cada uno de ustedes.
Concluidas las clases, servimos la comida en la galería y, entre abrazos, risas y promesas de regresar pronto, nos despedimos.
Por compromisos asumidos en Buenos Aires, algunos debieron emprender el regreso, pero aún quedábamos otros que, sin poder aguantar las ganas, nos dispusimos a volver a La Candelaria… hablamos con Walter, quién parecía haberlo intuido todo, y así fue que volvimos a la escuela a compartir un día mas con los chicos…
Conocimos al maestro de gimnasia de la secundaria, quien se comprometió a traer juegos para toda la comunidad para nuestra próxima visita.
Los chicos leyeron las cartitas que les enviamos quienes no pudimos estar presentes ese día y quienes no pudieron viajar, y ahí mismo, sin dudarlo, nos respondieron…
Así, entre el himno a la bandera, recreos, chocolatada y pan, se volvió a pasar la mañana.
Las partidas son siempre nostálgicas, pero sabemos que volvemos siempre y que las distancias se acortan por los lazos que nos unen con ellos.
Gracias a todos por colaborar con nosotros que en definitiva somos el nexo entre Buenos Aires y Santiago del Estero.
“No se olviden nunca de nosotros” nos dijo Doña Rosa, la abuela de la comunidad. Como olvidarlos... ya es imposible.
“volver es una forma de encontrarse, y así verás que allí también te espero...”
Muchas Gracias.
P.N.J.